Estaba nerviosa porque tendría por primera vez un grupo de niños a mi cargo, que sería yo la responsable desde el momento en que me los entregaran hasta que salieran del colegio.
Pero aparte de estar nerviosa estaba emocionada porque me había preparado tanto para ese día, decorando su salón de clases, ordenando sus materiales y preparando las actividades que realizaríamos en ese primer día de clases.
También estaba consciente del compromiso que tendría no solo con la institución y la sociedad sino que con el principal actor del proceso Enseñanza/aprendizaje que es el alumno.
Han pasado los años y recuerdo a unos gemelos Allan y Diego como dos gotitas tan parecidas pero no iguales, cada uno con sus diferencias , uno tan cariñoso e introvertido y el otro bastante extrovertido y muy divertido.
Que el primer día de clases me recibieron con mucho cariño, pero también uno de ellos hizo su primera travesura, con la cual supe que a partir de ese día me esperaba un trabajo arduo y lleno de paciencia para poder guiar su aprendizaje.
La hora se había pasado y era la hora de salir, así que los despedí a todos y salí del colegio tan emocionada, esperando con ansias el siguiente día.
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